miércoles, 2 de octubre de 2013

Los dedos de la mano y el pulgar el que manda

Hace algún tiempo, lancé una pregunta en el blog sobre el número de jugadores ideal y la respuesta ha sido prácticamente unánime. 5 jugadores siendo uno de ellos el máster. Mi opinión va en ésta misma línea, pero ¿qué sucede cuando hay más jugadores y cuando hay menos?

La atención y lo que se espera de la partida


Lo que esperamos cuando jugamos al rol es que la historia gire entorno a nuestros personajes, aceptando una pequeña desviación para otros personajes, que a fin de cuentas también afectan a nuestras acciones. Aquí tenemos dos aspectos importantes, el primero es la relación de grupo. Si tenemos un grupo de juego con cuatro personajes independientes, en el que sus historias no están hiladas o en el que cada uno quiere hacer una cosa diferente se hace muy complicado de gestionar, buscando que todos los jugadores estén involucrados. Sería como jugar partidas para un jugador pero en las cuales, en determinados momentos, hace falta la intervención de "secundarios" en cada trama personal. 


Esto pasa cuando te distraes en la partida
En el caso de cuatro personajes que se encuentran "en el mismo barco" toda la historia orbita entorno a ellos de una u otra manera. Aquí todo el tiempo de juego revierte de alguna forma en cada jugador, mientras que antes sucedía lo contrario.

El problema de la atención reside en conocer a partir de qué tiempo a los jugadores se les hace pesado esperar. Hay muchos momentos, lo se por experiencia, en los que aunque suceda algo divertido en la mesa, si llevas más de 10 minutos sin participar en la historia por el desarrollo de la misma, te aburres. Con cuatro jugadores parece que ese problema se minimiza y además se tiene una situación de juego agradable, como comentaré un poco más adelante.

Más de 5 en la mesa. Nos hace falta otra mano


Cuando hay más de cuatro jugadores en la mesa se hace muy complicado llevar la partida. No he estado a gusto jugando en una partida con más de cuatro jugadores nunca. La razón es que soy una persona de mente muy dispersa y me distraigo con bastante facilidad. A partir del cuarto jugador, las escenas personales se hacen largas y más cuando el grupo no tiene una cohesión total.

El ejemplo claro de esto está en dos libros. Es mucho más fácil gestionar un grupo de 11 personas como en el Señor de los Anillos que un grupo de 5 como en Juego de Tronos, dónde cada uno va a lo suyo.



Las mejores opciones para jugar con grupos tan grandes es que formen parte de fines superiores, siendo el caso típico el del grupo que forma un "escuadrón" para algo, ya sea para reventar un dungeon, o como una misión para la RFP de EXO.

Menos de 5 en la mesa. Nos sobran dedos.


El problema de jugar con menos de cuatro jugadores es la capacidad de decisión del grupo. Un grupo de tres jugadores obliga a tomar las decisiones "por mayoría" siempre. Ya que todos los casos que se pueden tener es "a favor", "en contra" y el tercero, siempre podrá ser convencido por uno de los otros. 

En cambio, para cuatro jugadores, a la hora de tomar decisiones, aparecen los bandos en los que surge la necesidad de establecer debate.

Otra ventaja del número es la versatilidad del grupo. Cuánto mayor es el número de jugadores más fácil es que haya un personaje con una 

Investigación y otras hierbas


Estoy casi seguro que analizando esto desde una perspectiva un poco más profesional se sacasen conclusiones más interesantes. Al final, parecemos estar todos de acuerdo en el que el número ideal de jugadores es cuatro. Supongo que tenga mucho que ver con que se trata de un número en el que la cantidad de grupos que se pueden formar está en equilibrio. Por afiliación siempre habrá interés en relacionarte con alguien, por tanto, siendo 4 jugadores, pueden aparecer dos grupos de dos personas, que es el mínimo. Por otra parte, cuando aumenta el número, pueden aumentar los grupos tanto en tamaño como en cantidad haciendo que se creen nuevas facciones y siendo algo más difícil de controlar en partida.

Y hasta aquí esta pequeña reflexión, guardada en la recamara desde hace tiempo pero que me sirve para volver a coger el pulso al blog, que era algo que tenía ganas de hacer desde hace tiempo.

¡Un saludo y que los dados os sean favorables!

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